domingo, 26 de diciembre de 2010

Colecciono sonrisas.

Era algo especial. Ella era pequeña, empequeñecida por el mundo. Él era enorme, él vivía de sonrisas. Ella era pelirroja, con los ojos azules cristalinos y unas pestañas que se entrelazaban al cerrar los ojos. Él decidió no ser nadie hace mucho tiempo, hasta que un día cogió su cámara y decidió fotografiar cada una de las sonrisas, de las sonrisas más bonitas, de las sonrisas de hombres, de mujeres, de ancianos, de bebés, de góticos, de skaters… Y un día, nadie sabe por qué, el destino quiso que fotografiase su sonrisa.
Allí estaba ella, tumbada en el parque más bonito de la ciudad, leyendo “Juntos nada más” y escuchando su i-pod, canción que después supe que era “Un cuarto sin ventanas” de Marea. Vestía una camisa de cuadros de leñador y unos vaqueros ligeramente gastados, sus uñas estaban pintadas con los colores del arcoíris y su largo pelo naranja estaba recogido por un lazo azul marino. Entonces un gato se le acercó y comenzó a juguetear con ella y la vi, vi lo que sería mi próxima fotografía, mi próxima alegría. Ella esbozó una gran sonrisa. Y yo, a unos cinco metros de ella, con mi cámara, decidí acercarme a ella, ya me arrepentiría más tarde por la vergüenza que aquello iba a suponer.
-¿Me dejas hacerte una foto?- dije agachándome hacia el césped con la cámara entre mis manos.
-Eh… bueno… y ¿por qué?- ya comenzaba a arrepentirme y a sentirme ridículo, pero no me rendí.
-Verás… colecciono sonrisas, bueno, algo así. Me gusta fotografiar las sonrisas de la gente y tú… tú tienes una preciosa.
Al decir eso ella sonrió de nuevo, esta vez agachando la cabeza algo sonrojada. Me mataba esa sonrisa, no provocaba que yo sonriese como con las demás. No, esta hacía que me sintiese ridículo ante el mundo, me daba dolor de cabeza, me daban ganas de robársela, de guardarla en una cajita para tenerla por siempre.
Retiró un mechón de su pelo que había caído sobre su rostro al agachar la cabeza y me miró, sonriendo dijo: Adelante, hazme la foto. Pero si salgo mal no te quejes, no soy nada fotogénica.
Y ahora, él tiene su foto pegada en la pared, aunque le duela esa sonrisa cada vez que la mire, merece la pena.
“ Pero no sabéis lo que es mirarla de cerca, en persona y sentir su aliento, eso sí que no se puede comparar a nada. Afortunadamente yo lo vivo todos los días desde aquella mañana de sábado que se me ocurrió fotografiarla.”

martes, 7 de septiembre de 2010

Por escapar, por perderme.

Hoy es un día como cualquier otro, sin nada que hacer, con mil sueños que no puedo cumplir y solo, más que solo en este asco de pueblo.
Mi vida es completamente deprimente, quiero salir de aquí, pero no puedo. Vivir en un sitio así es tan aburrido ¿pero qué voy a hacer, escapar? Sería abandonar a mi familia y no puedo hacerles eso… Creo que nací para vivir así, dándoles comida y abrigo a las únicas personas a las que quiero.
Hoy, se suponía que nada iba a cambiar mi decisión.
Me levante, me puse una camisa vieja, mi cazadora y unos vaqueros rotos y salí de casa a evadirme un rato, no hay nada mejor que hacer, me han despedido.
Bajé mi calle y llegue a la plaza del pueblo, acababa de amanecer pero apenas había sol, las calles estaban más desiertas que de costumbre. Iba andando y al otro lado de la plaza vi a una chica durmiendo en un banco, con su cabeza sobre una mochila gigante y tapada con una manta gris. Estaba tan tranquila, no sé que hacía aquí, nunca antes la había visto pero con el frio que hacía dormía como un tronco.
Entré a la cafetería de la plaza.
- Dani, ponme un café por favor.
- Ahora mismo. –Conocía a Dani desde que éramos unos enanos, y todas las mañanas iba allí a tomarme un café.
- Mejor que sean dos.
- ¿Dos?
- Sí, hay una chica allí durmiendo… se lo voy a llevar, tiene que estar congelada.
- Ah sí, la he visto antes de entrar. –Dijo mientras me daba los cafés.
- ¿Los puedo sacar fuera no?
- Si, por supuesto, tráemelos después.
Para cuando salí de la cafetería el sol ya iba ganando a la oscuridad y la chica del banco se estaba despertando.
- Buenos días. –Le dije cuando abrió por completo los ojos.
- Buenos días. –Me contestó confusa. -¿Quién eres?
- Nadie, pero bueno, me llaman Fran. ¿Tú?
- Emm, Almudena, mi nombre es Almudena. -Dijo mientras se colocaba sus gafas, dios a nadie le han quedado mejor unas gafas en la historia. Estaba blanca del frio pero era preciosa. Tenía el pelo largo y castaño y la cara más dulce que uno pueda imaginar.
- Toma un café, debes de estar helada.
- Oh, muchas gracias Fran. –Me contesto mientras sonreía.
- ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?
- No lo sé, salí de casa ayer tan solo por escapar, por perderme.
- Ojalá pudiese hacer eso. ¿Piensas quedarte?
- No, creo que volveré a casa, se preocuparan y eso…
- ¿Puedo llevarte? Lo siento pero es que no tengo nada que hacer hoy, así me distraigo…

domingo, 22 de agosto de 2010

Lo que trae la lluvia.

Este mundo cada día está más loco.
Hoy es 13 de agosto, joder, pleno agosto y como llueve. Había salido de casa con el chubasquero y un jersey de lana debajo, porque encima, hacía frio. Pero bueno, no me quejaré, la ciudad está preciosa cuando llueve. Al salir de casa, esperando a que el semáforo cambiase a verde para cruzar hacia la parada de bus, un camión de estos gigantes de mudanzas pasó por un charco que parecía un lago y me empapó, me hubiese dado igual, total me iba a mojar de todas formas… pero aquello más que agua era barro, así que subí a mi casa a cambiarme, ducharme y bueno, a llamar a Jorge para decirle que me retrasaría como una media hora.
Jorge ya estaba allí esperándome así que me dijo que se iría con unos amigos, que lo llamase cuando llegara. Que novio más genial, no me puede esperar ni media hora, en fin, no todo iba como yo quería.
Apenas veía nada por las ventanas del autobús, parecía que tiraban cubos de agua, llovía como nunca.
Baje del autobús y me refugié en un centro comercial al lado de la parada mientras buscaba en la agenda el número de Jorge. Entonces unas manos taparon mis ojos.
-¿Quién soy? –dijo una voz masculina.
-¿Jorge? –dije extrañada… no esperaba encontrarme a nadie ese día, con tanta lluvia nadie saldría.
-¿Qué?- Quitó las manos de mis ojos. –Sara, ¿Qué Jorge?
Me giré hacia él. Lo mire como mil veces en un segundo y nada, dios, no le reconocía. Espera ¿había dicho Sara? Yo no soy Sara.
-¿Sara? Perdona, pero me llamo Helena. ¿Quién eres?
-Dios, lo siento –dijo sonrojado- me llamo Andrés. Eres clavada a una amiga mía, joder, sois iguales.
-Jaja, pues no tengo ninguna gemela, ni clon, ni nada por el estilo.
-¿Estás esperando a alguien? –dijo confuso, creo que no era el típico chico atrevido, no sé, era tan mono.
-Emm… No, que va –Sonreí. Vale, soy gilipollas… pero, es que no me apetecía soportar a Jorge hoy. Además, él me persuadió con su sonrisa y sus colmillos de vampirito, su piercing en la lengua, sus ojos verdes, sus tatuajes. De hecho, cuanto más lo miraba, más irreal era. Llevaba todo el brazo tatuado, dos aros en la nariz, dos bolitas en el labio inferior, un gorrito que dejaba asomar casi todas sus melenas despeinadas.
-Sé que te acabo de conocer, pero…¿tomamos un café?
-Me parece bien. –sonreí.
Me llevo a una pequeña cafetería preciosa, hablamos creo que de todo lo existente en este mundo.
Todo seguido de otros días de lluvia, con las mismas charlas, la misma belleza, la misma cafetería. Pero ahora con besos, con caricias, con sabanas, con almohadas, con duchas, con abrazos.
-Recorrer el mundo, eso es lo que quiero. –me susurró.
-Perdernos al recorrer el mundo. Llevarnos esta cama, algo de ropa, tu cámara y nada más.
-Encontrar mil cafeterías como la nuestra, una en cada ciudad.
-Besarnos bajo la Torre Eiffel.
-Y bajo las pirámides de Egipto.
-Te quiero.
-Y yo.

jueves, 29 de julio de 2010

Love of lesbian.

Y su rimmel recorría su cara. Sus ojos caramelo brillaban más de lo normal. Puede ser extraño, pero estaba más preciosa que nunca. Aún así no la conseguía ver muy bien, empezaba a marearme y veía todo borroso, me pasé con el vodka. Ana se acercó a mí, nunca la había visto tan decepcionada.
-Javi está liándose con la zorra de Jess.
-¿Qué coño hablas? Pero ¿Qué? Si os acabo de ver juntos… - No sabía cómo reaccionar, no sé si por el alcohol… nah, no tenía nada que ver, aquello no tenía sentido.
-¿Sabes? El alcohol juega muy malas pasadas, pero si no se controla… a saber con cuantas me ha engañado –Cogió mi botella de vodka y empezó a bebérsela.
-No digas eso, sabes que no… -me callé ¿para qué iba a hablar de algo que no sabía?
-No estés mal cariño, ya sabes, los tíos son gilipollas. Debería hacerme lesbiana –solté con una risita y le di un beso en su mejilla.
Ella me devolvió ese beso. Y sin darme cuenta comencé a besarla, pequeños besos en su piel tan suave… La besé en la mejilla, justo debajo del ojo, y bajé, y rocé la comisura de sus labios, besé su cuello… Entonces ella se separo de mí. No sé porque la comencé a besar, debí asustarla… Pero me agarró con sus dos manos, me miró a los ojos, las dos teníamos lágrimas en ellos, los cerró y me besó, un beso suave, casi una caricia en los labios.
Y yo continué aquel beso, duró largos minutos, acabamos las dos tumbadas en mi hamaca, una encima de la otra, como si aquel beso fuese el último.
Y creo que desde ese día la frase “Los tíos son gilipollas. Debería hacerme lesbiana” comenzó a ponerse en práctica. ¿Éramos lesbianas? No sé, éramos novias, como cualquier pareja, la quería y si fuese chico o chica aquello no hubiese cambiado. Es maravilloso querer a alguien sin darle importancia a que o como sea.

viernes, 23 de julio de 2010

Droga, rock, alcohol y sexo.

Hoy es mi cumpleaños ¿Mi único deseo? Ella.
Bueno, comenzaré presentándome, soy Andrea y estoy enamorada. No sé como coño lo ha conseguido, nunca me he enamorado y menos de una mujer. Llevo desde los 12 años saliendo con chicos, buscando al tío perfecto. Y un día como si nada aparece ella. No soy lesbiana, no me gustan las chicas, simplemente me gusta ella, la quiero.
Lo más gracioso es que apenas la conozco, que sé de su existencia hará poco más de un mes.
Pero su sonrisa, su pelo castaño, sus ojos caramelo quedaron grabados en mi mente. Y más tarde, en mi corazón.
Ella me considera esa hermana que nunca tuvo, lo cual me mata. Sé que eso es mejor que nada pero yo la deseo. No puedo pasar un segundo a su lado sin pensar cómo sería besarla, acariciarla…
Ana, ese es su nombre. Y Javi, ese es el nombre de su novio.
Cuanto más lo pienso más creo que ella no le quiere, que ni es hetero. Que me quiere más a mí que a él, que pasa más tiempo conmigo, pero son solo ilusiones.
Hoy me organizan la mejor fiesta de cumpleaños que pudiese tener, todos mis amigos, mis compañeros, toda mi clase… incluidos ellos, Ana y Javi.
Droga, rock, alcohol y sexo. ¿Algo más que pedir? ELLA, JODER, SOLO ELLA.
Todos los invitados iban llegando, Mar y Migue, Alejandra y Marco, Elena y Manu, Maca y Sebas… tantas parejas. Y yo sola, la fiesta había empezado. Yo con mi botella de vodka, esquivando a todos los tíos, observándola.
Salí al jardín y me tiré en una de las hamacas para no verla. Todos estaban en la piscina, en dos horas de fiesta habían bebido más alcohol que yo en toda mi vida.
Entonces Ana llegó llorando. Sus ojos estaban empañados de tristes lagrimas.

sábado, 10 de julio de 2010

Algo más que amor.

Me cogió de la mano y fuimos a su casa. Me encerré en el baño en cuanto llegué y tras media hora jugueteando nerviosa con el test en mis manos decidí hacerlo.
Cinco minutos tenía que esperar, mientras tanto me comí hasta la última de mis uñas.
Ya habían pasado esos cinco largos minutos así que cogí el test con cuidado, con los ojos cerrados y tras un instante de nerviosismo, miedo, sudor, lágrimas decidí abrirlos y mirarlo.
Negativo.
Suspiré con todas mis fuerzas, de tal manera que Migue lo oyó, bueno normal… estaba pegado a la puerta.
-¿Mar? –dijo aporreando la puerta –ya han pasado más de cinco minutos ¡¿Mar?!
Pero yo no quería contestarle. Me senté en el váter y comencé a llorar. No sé por que lo hacía, yo no quería un hijo, ni mucho menos ¿Cómo podía llorar por algo que nunca tuve, por algo que nunca deseé?
-¡Maaaaar! Joder, ábreme o tiro la puerta –gritó.
Entonces abrí la puerta, fue directo al test, me miró, me quito las lágrimas con sus dedos y me besó.
Fue un beso de amistad, ya no era solo pasión. Era algo más que amor. Aquella noche la pasé con él. No podía estar sola, tan solo dormimos abrazados, aliviados de que nada hubiese sido lo que pensábamos pero creo que al fin y al cabo, si hubiese estado embarazada no sería tan malo, siempre lo tendría a él.

viernes, 2 de julio de 2010

Ir a ninguna parte.

¡Qué semana! Estábamos viciados el uno con el otro.
Una semana, todas las tardes con él. Mi vida cada día se volvía más atrevida, más divertida.
Hasta esta mañana. Hoy es 21 de mayo, me he levantado extraña, he ido al baño y he mirado el calendario… tres días de retraso, eso no es normal en mí.
Comenzaba a preocuparme ¿Tanta mala suerte iba a tener?
Empecé a buscar información de los síntomas de embarazo como una loca en internet. Joder, los tenía casi todos, vale, también son los síntomas de un retraso normal y corriente, pero la preocupación era inevitable.
Cogí el autobús, había quedado con él, tenía que ir hasta el colegio porque antes jugaba un partido de baloncesto, pero yo ya iba a la salida, no quería soportar miradas y él supongo que tampoco.
Iba asomada a la ventanilla del bus, esta vez escuchando fito y fitipaldis, pero no podía estar feliz, quería verle y eso me alegraba, pero pensaba en tres días, joder, tres días… y todo se desvanecía.
Era la parada del colegio, pero no pulsé el “stop”, ni me levanté, ni recogí mis cosas.
Aquel día necesitaba ir a ninguna parte, no bajar del autobús, seguir leyendo hasta terminar el libro que estaba leyendo, pararme en un sitio desconocido, comprarme una botella de vodka negro, una tableta de chocolate nestle golden y un paquete de Black Devil. Iba a ser una tarde a solas, con mi libro, mi música, mis fotos…
Pero todo eso se fue de mi mente con tan solo pensar una palabra, un nombre, con pronunciar Migue en mi mente.
Así que me apresuré a recoger mis cosas y bajé en la siguiente parada, tendría que andar algo, pero un pequeño paseo.
Caminaba hacia la puerta trasera del instituto cuando pasé por una farmacia, necesitaba entrar y lo hice.
-Un test de embarazo, por favor.
Y seguía andando y no sabía cómo decírselo, ni qué hacer. Y fueron 5 minutos pensando como decirle “Migue, creo que estoy embarazada”.
Pero al verlo la mente se me quedó en blanco, me besó , yo me separé y le dí la bolsa de la farmacia.
-Mar, ¿Qué es esto? –dijo más pálido de lo que normalmente es.

lunes, 28 de junio de 2010

¿Le apetece un atardecer para recordar por siempre?

Estábamos allí tumbados, los dos, en la bonita casa del árbol, comiendo fresas. Él no era como el resto de los chicos, era simpático, me escuchaba, se reía conmigo…
Entonces cogió mi bolsa de fresas, se levantó y la saco por la ventanita de la casa.
-¿Qué haces? ¡Dame las fresas! –Se le había ido la cabeza, se levanto tan rápido… no le entendía.
-¿Las quieres? Bésame. – Dijo sonriendo.
-¿Qué? No voy a besarte por unas estúpidas… -Y no me dejó terminar la frase. Sus labios se abalanzaron sobre los míos.
Me dio un mordisco de una de esas fresas, me lanzó al suelo y siguió besándome con más fuerza. Era algo tan extraño, me abrazaba como si me fuese a escapar. Entonces bajo sus labios a mi cuello y al glóbulo de mi oreja besándome y mordiéndome.
Esto era tan nuevo para mí, me estaba volviendo loca.
Sus manos abrazaban mi espalda, pero lentamente se movieron bajo mi camiseta, luego bajo mi sujetador, acariciándome. Mientras nos seguíamos besando cómo locos, le besaba todo el cuerpo.
Mi camiseta voló al igual que la suya. El me besaba el escote y el cuello.
-Yo nunca… -me limité a decir.
-Ya, ya… no pienso hacer nada que tu no quieras, párame. –Dijo, separando su boca de mí.
Pero en ese atardecer el “yo nunca” desapareció. Las tablas de madera crujieron, aquel árbol tembló, nosotros sudamos, gemímos … Creo que lo guardaré en mí como el mejor atardecer de mi vida.


martes, 22 de junio de 2010

Fresas, amo las fresas.

A mí nunca me hablan los chicos guapos, solo para pedirme los apuntes o los ejercicios. No sabía que ni como contestarle, mi madre no me dejaría irme con él.
-Sí. –Tuve que contestarle al fin.
-¿De veras? No te ofendas, pero no me pareces la típica chica que se vaya a ir por ahí un viernes por la tarde –Joder, que razón tenía… ¿Ahora qué?
-¿Qué pasa? Que tú vas a lo seguro, ¿no? –¿Qué me pasaba? No entendía porque le contestaba de esa forma.
-Como lo sabes –sonrió. Pero no, en serio, ¿tienes planes para hoy? Quiero enseñarte algo…
-Que no, que para variar me voy a pasar un viernes encerrada en casa. Pero mi madre no me va a dejar salir contigo.
-No se lo digas, no vayas a casa, ven conmigo ¡corre!
Entonces me llevo a su casa, dejamos las mochilas, cogió una bolsa con comida y se marchó.
Su casa era preciosa, sabía que vivía por mi barrio, pero no imaginaba que aquella casa era suya. Parecía un palacio, era enorme.
Entonces echamos a andar, no se nos acababa el tema de conversación, quería saber todo de mi, y yo de él.
Llegamos al rio, es un lugar bonito, pero si me quería enseñar un sitio, creí que sería algo más especial.
-¿Esto es lo que me vas a enseñar? –pregunté, estaba siendo más extrovertida que nunca, yo nunca hablaba con chicos, pero con él estaba bien, estaba más que bien.
-¿Quién te dijo que te iba a enseñar un lugar? Pero si insistes… anda ven –siguió caminando y se adentro en un trocito de bosque, entonces, llegamos a un bonito árbol y en él, una casa, de madera, como las de los dibujos animados, era preciosa.
-¡Oh! ¡Me encanta! Gracias –le sonreí.
-Te mereces más que esto, te quiero, quiero que seas feliz, por favor -lo dijo muy bajito y muy rápido, pero le entendí. Aun así, ignoré lo que dijo, porque ahora sí que no sabía cómo contestarle.
-¿Has traído fresas? Amo las fresas –Le sonreí de oreja a oreja.

jueves, 17 de junio de 2010

El patito feo.

Yo nunca he sido la chica guapa, ni la chica popular, ni la simpática, ni la del cuerpazo… Siempre me he conformado con lo que tengo, con lo que soy, pero hay veces que por mucho que lo intentes te hundes, de hecho, te hunden.
Hoy es viernes, no tengo mucho que hacer, iré al instituto, soportaré algunas miradas y risas y volveré a encerrarme en casa.
Al entrar en el instituto allí estaba mi amiga Alejandra, era la única chica que consideraba mi amiga, la única que no me criticaba o se reía de mí, estaba con su nuevo novio, bueno… un amigo especial, aun se están conociendo, se conocieron en un autobús y hace dos semanas coincidieron en un pub, fue una historia bonita, una de estas que dices “ojalá conociese yo a alguien así”. Él es bastante guapo, casi siempre lleva un sombrero algo extravagante, es distinto.
Bueno, me dirigí hacia mi taquilla, saque los libros y los apuntes de Matemáticas y me dispuse a ir a mi aula. Entonces tropecé, todas las hojas y los bolígrafos cayeron por el suelo. Vi a Alex con su grupillo riéndose, no había tropezado, me habían hecho la zancadilla. No les iba a decir nada así que me agache y recogí todo lo que había caído. Para mi sorpresa, Migue, uno de esos chicos, se acercó y me ayudó a recoger las cosas. Le di las gracias cabizbaja y seguí andando hasta el aula, el volvió con su grupillo.
-¿Qué coño haces? ¿Es que te mola la rarita? Menudo gilipollas estás hecho, joder, Migue...- oí a lo lejos a Alex.
No entiendo porque era la rarita, no era del todo normal, supongo que me gusta engañarme, si tantos lo pensaban… sería así de rara. Cada día me convencen más, debo de ser una mierda…
Cuando terminaron las clases cogí el autobús para ir a casa, iba escuchando Los Beatles y al bajar del autobús, allí estaba Migue, con sus cascos, escuchando algo de rap, seguro… Me sonrió y me dijo “¿Tienes algo que hacer esta tarde?”.

domingo, 6 de junio de 2010

Y no, no paramos :)

Sentí el roce de sus labios que acariciaban mi mejilla, fue un instante, no más de dos segundos, pero para mí, un momento eterno de felicidad.
Me sentía de película, él… se que pensareis que no lo conocía, pero era el chico de mi vida, lo demostraría, tenía una eternidad para conocerlo.
Era guapísimo. Solo me había fijado en sus ojos y sus manos, era lo que más llamaba la atención de él. Pero sus labios, su nariz, su pelo… Todo, absolutamente todo era envidiable.
Cuando despegó sus labios de mi cara, dijo su nombre:
-Soy Marco, encantado –ese nombre era especial, Marco, suena bien, de hecho, suena genial.
-Hola, yo soy Alejandra –dije con un hilo de voz.
Eran las palabras más estúpidas del mundo, las más insignificantes, pero no las olvidaré. El pronunciar su nombre con su media sonrisa, no, sin duda alguna no lo olvidaré.
Nos quedamos callados un rato, no sabíamos que decir, no nos conocíamos.
-¿Por qué tardaste tanto en contestarme en el autobús? –preguntó por fin, no era lo que me hubiese gustado que dijera ¿qué iba a contestar yo ahora? pero al menos habló, el silencio me empezaba a incomodar.
-No sé, me quede pillada, no sabía qué hacer, fue extraño.
Y otra vez sacó su media sonrisa que dejaba enseñar algunos de sus dientes, me volvía loca.
-¿Quieres bailar? –soltó, esto iba de mal en peor.
-Pero ¿cómo vamos a bailar? Si no hay nadie bailando… no hay ni pista de baile –ese chico estaba loco.
-¿Acaso eso importa? ¿Había alguien más en el autobús dibujando caritas? No te guíes por lo que hagan los demás –Me cogió de la mano y justo en ese momento empezó a sonar una canción lentita, de estas de bailar pegados, el universo estaba de mi parte.
Estábamos bailando, los dos ahí en medio, como dos completos idiotas. Sentía su respiración, sus manos… Entonces, sentí sus labios, sentí que nos uníamos, sentí como retiraba el pelo de mi cara, como me abrazaba más fuerte y nos seguíamos moviendo al ritmo de la música, mientras me besaba con toda su fuerza.
Separó sus labios, los acerco a mi oreja y susurró:
-Dime que pare, tan solo dime que pare…

viernes, 4 de junio de 2010

¿Obsesionada?

Una semana, una semana entera había pasado desde que lo vi, desde entonces no me lo quitaba de la cabeza, era una obsesión, era soñar con él todos los días… La semana más larga de mi vida, deseaba volver a verlo y tenía esa ilusión metida en mi cabeza, que estupidez, nunca antes lo había visto en el autobús, seguramente ni era de aquí.
En esa semana suspendí tres exámenes, ignoré a mis mejores amigos, desobedecí más aun a mis padres… no era yo, era otra persona, una obsesionada, una enferma. Era presa de un sueño, arrastraba las cadenas más pesadas que puedas imaginar.
Mi mejor amiga, Claudia, se limitaba a sacarme de mi burbuja… Así que el sábado noche nos fuimos por ahí, de fiesta, a olvidar tonterías. Entramos a unos cuantos pubs y bares, yo estaba cansada y quería volver a casa, pero ella insistía. Nos metimos en un callejón perdido, llevo viviendo en esta ciudad 16 años, me conocía todos los rincones, sin embargo, ese callejón ni me sonaba. Entramos en un pub, un antro, pero la música no estaba nada mal y bueno, era bastante barato. A la segunda copa supe qué clase de sitio era aquel, me tenían que haber echado algo en la bebida ¿estaba flipando?Se abrió la puerta y apareció él. Con un sombrero, una mezcla de estos que llevan los hombres trajeados y del bombín de Charlotte, con una camisa que resaltaba sus ojos y unos vaqueros gastados, rotos. Agarré a Claudia del brazo con toda mi fuerza y me la llevé a una esquina:
-¡Es él!¡Es él!-dije.
-¿Es quién? ¿Estás borracha?- Me contestó, creo que la que se había pasado con el alcohol era ella.
-Joder, Claudia ¿Quién va a ser? ¡De quien llevo hablando toda la semana! –Le conteste nerviosísima. Entonces, oí un carraspeo detrás de mí.
-Así que… llevas toda la semana hablando de mí ¿eh?-Dijo la voz más bonita del mundo, no era dulce pero tampoco una voz de estas roncas de “macho”.
Me quedé paralizada. No conseguía articular una palabra, entonces sus labios se acercaron a mi mejilla, junto a un “déjame que me presente…”

domingo, 30 de mayo de 2010

Mañanas tristes que tienen las tardes alegres.

Un día de invierno, sí, de estos de quedarte en casa, con un chocolate calentito y un jersey de los que te llegan por los tobillos. Aun así, ya había quedado, y cómo no, llegaba tarde. Corrí, me vestí como pude: unos vaqueros rotos, un jersey calentito y mi cazadora. Me lavé la cara, algo de maquillaje y a la calle.
Como si no llegase lo suficientemente tarde, para colmo, se me escapó el autobús y estuve esperando el siguiente durante veinte largos minutos.
Ahora sí que iba hecha un asco, se me rizó el pelo y hasta los vaqueros estaban mojados ¡qué día de lluvia!
Cuando llego el autobús me fui a sentar donde siempre, la penúltima fila a la derecha, me encanta ese sitio, no os preguntéis por qué. Pero ahí estaba él, un chico de ojos verde césped y pelo castaño que se había atrevido a quitarme mi sitio ¡cómo si el día no fuese lo suficientemente mal! En fin, me senté al otro lado del pasillo, penúltima fila a la izquierda.
¿Qué tienen los días de lluvia? El vaho que dejan en los cristales, me encanta, así que me dispuse a dibujar caritas, como los emoticonos de msn ":D", ":P" y ":)". De pronto, miré de reojo y aquel chico empezó a dibujar lo mismo que yo. Yo hacía un ":D" y el me contestaba con otro ¡qué mono!. Pero yo seguía a mi bola, dibujaba y dibujaba...Hasta que el escribió con sus dedos perfectos un "HOLA".¡Oh!¿Qué hago?Me decía a mi misma, no soy precisamente tímida, pero no sabía que hacer.
Lo miré y me sonrió, yo aparté la mirada sonrojada.¿Le contestaba? Tras cinco minutos parada decidí contestarle, iba a escribir un "HOLA :)" pero justo en ese momento él le dio al botón de "Stop" del autobús, se levanto y se fue. Abajo, en la acera se quedo mirando y yo me apresure a escribir "ALOH" para que lo leyese desde fuera. Me respondió con la mayor de las sonrisas y como no, yo se la devolví.